| Nombre | Nacimiento | Ideología | Votos en 2019 | Foto | 
|---|---|---|---|---|
| Pedro Sánchez Pérez-Castejón | 29 de febrero de 1972, Tetuán, Madrid | PSOE - Socialdemocracia, descentralismo, liberalismo social | 6.792.983 (28%) | ![]()  | 
					
| Pablo Casado Blanco | 1 de febrero de 1981, Palencia | Partido Popular - Conservadurismo social, liberalismo económico | 5.019.869 (20.82%) | ![]()  | 
					
| Santiago Abascal Conde | 14 de abril de 1976, Bilbao | VOX - Nacionalismo, centralismo, conservadurismo social, proteccionismo económico, euroescepticismo | 3.656.979 (15.08%) | ![]()  | 
					
| Ione Belarra Urteaga | 25 de septiembre de 1987, Pamplona | Podemos - Socialismo económico, republicanismo, progresismo social | 2.381.960 (17.8%) | ![]()  | 
					
| Alberto Carlos Garzón Espinosa | 9 de octubre de 1985 | Izquierda Unida - Socialismo económico, progresismo social, republicanismo, federalismo, euroescepticismo | En coalición con Podemos | ![]()  | 
					
| Inés Arrimadas García | 3 de julio de 1981, Jerez de la Frontera | Ciudadanos - Liberalismo progresista, autonomismo, antinacionalismo, aconfesionalismo | 1.650.318 (6.8%) | ![]()  | 
					
| Sixto Enrique de Borbón-Parma | 22 de julio de 1940, Francia | Pretendiende carlista - Tradicionalismo, federalismo, monarquismo, panhispanismo, catolicismo | No se presentó | ![]()  | 
					
| Javier Luna Sánchez | 7 de agosto de 1976, Córdoba | PACMA - Veganismo, ecologismo, animalismo, progresismo | 228.856 (0.95%) | ![]()  | 
					
| Rafael López-Diéguez Gamoneda | 18 de abril de 1958, Madrid | Alternativa Española - Nacionalismo, catolicismo politico, socialcristianismo, conservadurismo | Coalición ADÑ - 9.749 (0.01%) | ![]()  | 
					
| Sergio Martínez de Lahidalga Tarrero | 6 de febrero de 1962, Madrid | Alianza Futurista - Transhumanismo democrático, laicismo | No se presentó | ![]()  | 
					
| Norberto Pico Sanabria | 19 de enero de 1976, Madrid | FE de las JONS - Nacional sindicalismo, falangismo, euroescepticismo | Coalición ADÑ - 9.749 (0.01%) | ![]()  | 
					
| Enrique Santiago Romero | 18 de julio de 1964, Madrid | PCE/IU - Comunismo, republicanismo, eurocomunismo, centralismo | En IU en coalición con Podemos | ![]()  | 
					
					Imaginemos un mundo futuro donde el ser humano ha podido vencer a todas las enfermedades gracias a la ciencia y, por supuesto, no solo las ha vencido, sino que gracias a ella no conoce sus dolencias. Una sociedad donde en un momento dado se podría confiar en la Inteligencia Artificial para realizar labores que hoy desempeñamos los humanos, la robotización habría generado riqueza consiguiendo que mujeres y hombres no tengan que preocuparse por mantener un trabajo, y que incluso se abriera la puerta a mejoras físicas e intelectuales, todo redundando en una comunidad más justa. Un mundo en el que incluso hubiera la posibilidad técnica de, para quien quisiera, vivir eternamente gracias a la anulación del envejecimiento.
En España existe un partido que defiende estas posturas. Su nombre es Alianza Futurista y está registrado en el Censo de Partidos del Ministerio del Interior desde 2013. Uno de sus representantes, Sergio Tarrero, explica que no se han presentado a las elecciones de 2019 porque son conscientes de que aún no tienen fuerza suficiente, pero que esperan hacerlo a futuro.
Entre las propuestas que plantean están fomentar medidas para democratizar el acceso a la tecnología, mejorar la inversión en I+D, crear un ecosistema de emprendimiento favorecedor, y también medidas fiscales que tocan distintos impuesto a la baja junto con otros al alza como tasas sobre objetos de lujo o sobre movilidad la movilidad contaminante, además de abrir la puerta a una Renta Básica.
«Sabemos que hay ideas que pueden chocar a la gente, pero en la práctica hoy en día un gobierno transhumanista propondría focalizar la inversión en ciencia y tecnología y extender gratuitamente en la sanidad pública nuevas herramientas que ya están en uso como las prótesis con tecnología 3D para las personas discapacitadas, o abrir la puerta a tratamientos que ya cuentan con un respaldo académico importante pero que por distintas cuestiones no se implementan. No creo que nada de esto sea futurista o utópico, solo se trata de aprovechar y extender a todo el mundo los avances tecnológicos que harían que muchas personas tuvieran una vida mejor.» - Tarrero, 2019
Otros intereses del transhumanismo en la práctica tienen que ver también con mejorar la calidad de vida y el respeto a los animales, la igualdad, y mejorar el tratamiento de datos y el tan candente debate sobre la privacidad. Por el momento todos los partidos transhumanistas a nivel global están organizados en una Federación, con la confianza de que algún día sus ideas den el paso para estar presentes también en las papeletas electorales como una opción más.
					Kurzweil aborda la historia del concepto de Singularidad, remontándose a John von Neumann en los años 50 y a I. J. Good en los 60. Compara su Singularidad con la de una singularidad matemática o astrofísica. Aunque su idea de Singularidad no es realmente infinita, dice que lo parece desde cualquier perspectiva limitada.
La Singularidad tecnológica es un punto hipotético en el que el crecimiento tecnológico se vuelve incontrolable e irreversible, dando lugar a cambios imprevisibles en la civilización humana.
Durante la Singularidad, Kurzweil predice que "la vida humana se transformará irreversiblemente" y que los humanos trascenderán las "limitaciones de nuestros cuerpos y cerebros biológicos". Mira más allá de la Singularidad para decir que "la inteligencia que surgirá seguirá representando la civilización humana". Además, considera que "las futuras máquinas serán humanas, aunque no sean biológicas".
Kurzweil afirma que una vez que la inteligencia no biológica predomine, la naturaleza de la vida humana se verá radicalmente alterada: habrá cambios radicales en la forma en que los seres humanos aprenden, trabajan, juegan y hacen la guerra. Kurzweil prevé nanobots que permitan a las personas comer lo que quieran sin dejar de estar delgadas y en forma, que les proporcionen abundante energía, que combatan las infecciones o el cáncer, que sustituyan órganos y que aumenten sus cerebros. Con el tiempo, los cuerpos de las personas contarán con tantos aumentos que podrán alterar su "manifestación física a voluntad".
Kurzweil afirma que la ley de los rendimientos acelerados sugiere que, una vez que una civilización desarrolle tecnologías mecánicas primitivas, sólo pasarán unos siglos antes de que consiga todo lo que se describe en el libro, momento en el que empezará a expandirse hacia el exterior, saturando el universo de inteligencia. Dado que no se han encontrado pruebas de otras civilizaciones, Kurzweil cree que los humanos están probablemente solos en el universo. Por lo tanto, Kurzweil concluye que el destino de la humanidad es saturar el universo, y que toda la materia y la energía participarán en el proceso.
En cuanto a las identidades individuales durante estos cambios radicales, Kurzweil sugiere que la gente pensará en sí misma como un patrón en evolución más que como una colección específica de moléculas. Kurzweil afirma que la evolución avanza hacia "una mayor complejidad, una mayor elegancia, un mayor conocimiento, una mayor inteligencia, una mayor belleza, una mayor creatividad y mayores niveles de atributos sutiles, como el amor". Dice que estos atributos, en el límite, se utilizan generalmente para describir a Dios. Eso significa, prosigue, que la evolución avanza hacia una concepción de Dios y que la transición desde las raíces biológicas es, de hecho, una empresa espiritual.
					James Hughes acuña el término "transhumanismo democrático": se refiere a la postura de los transhumanistas (defensores del desarrollo y el uso de tecnologías de mejora humana) que adoptan opiniones políticas liberales, sociales y/o democráticas radicales.
Según Hughes, la ideología "surge de la afirmación de que los seres humanos serán generalmente más felices cuando tomen el control racional de las fuerzas naturales y sociales que controlan sus vidas". El fundamento ético del transhumanismo democrático se basa en el utilitarismo de las reglas y en la teoría no antropocéntrica de la persona. Los transhumanistas democráticos apoyan la igualdad de acceso a las tecnologías de mejora humana para promover la igualdad social y evitar que las tecnologías aumenten la división entre las clases socioeconómicas. Mientras plantea objeciones tanto al bioconservadurismo de derechas como al de izquierdas, y al transhumanismo libertario, Hughes pretende animar a los transhumanistas democráticos y a sus potenciales aliados progresistas a unirse como un nuevo movimiento social e influir en las políticas públicas biopolíticas.
Hughes identifica 16 tendencias y proyectos "futuristas de izquierda" o "tecnoutópicos de izquierda" que podrían incorporarse al transhumanismo democrático: el afrofuturismo, la asistencia tecnológica a personas discapacitadas, la ciencia ficción (tanto la normal como las de tinte postciberpunk, feminista y LGBT), el biopunk, la cultura de la modificación corporal, el ciberfeminismo, el movimiento de globalización democrática, el nanosocialismo, el movimiento del software libre, el izquierdismo posdarwiniano, los movimientos post-trabajo y de renta mínima garantizada, el tecnogeísmo, la política de vanguardia y el movimiento artístico de diseño viridiano.